viernes, 6 de febrero de 2009

LA ENMIENDA CONSTITUCIONAL Y LOS CIUDADANOS

Por: Álvaro F. Albornoz P.
Doctor en Derecho Constitucional
Profesor Universitario

Venezuela tiene 10 largos años sometida a procesos electorales de diversos tipos y ahora, apenas saliendo de un proceso para escoger a nuestros gobernadores, alcaldes y legisladores, el Presidente actual nos pretende encausar de nuevo a otras votaciones, sin dejarnos disfrutar de la paz propia de la navidad; pero con el agravante de que no se trata de una votación cualquiera. Se trata de la supervivencia de la República y la democracia o de su muerte definitiva.
El Teniente Coronel que nos gobierna, no le bastan los 10 largos años que lleva mandando ni los 4 que hipotéticamente le faltan; o sea, no le son suficientes 14 años en el poder, sino que quiere permanecer, por ahora, 6 años más (ya irían 20 años) y luego suponemos que 6 más y así sucesivamente hasta que el diablo se lo lleve a su lado.
Para poder lograr esto, dentro de una aparente democracia formal, el régimen necesita modificar la Constitución Nacional, y la vía que han considerado idónea ha sido la Enmienda Constitucional. Es decir, modificando la limitación temporal que establece el artículo 230 de la Constitución, el cual solo permite una reelección inmediata por un período de 6 años más. Es decir, solo permite permanecer unos largos 12 años en la presidencia de la República a una misma persona, si el pueblo así lo decide.
Pues bien, el régimen optó por la iniciativa parlamentaria para presentar esta propuesta de enmienda, ya que la vía de iniciativa popular le era muy cuesta arriba lograrla por cuanto necesitaban más de 2 millones de firmas. Así fue que se presentó la propuesta de enmienda en un bochornoso y deprimente espectáculo en la Asamblea Nacional (símbolo del pluralismo y la democracia en los países civilizados) donde los diputados electos con menos del 10% de los votos del electorado mostraron su perfil más servil y rastrero y su ignorancia de los principios más elementales del republicanismo y de la democracia.
Si en Venezuela hubiera instituciones serias, autónomas e independientes, fuera muy fácil detener este adefesio jurídico. Con un simple recurso ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, no tendríamos de qué preocuparnos, pero como estamos inmersos en el proceso revolucionario, donde vale más la sumisión a la palabra del Líder del proceso que la letra de la Constitución; entonces esta vía está descartada por inútil.
Tampoco podemos acudir al Poder Moral, porque de lo menos que están pendientes es del cumplimiento de sus obligaciones constitucionales y legales de hacer respetar y valer el Estado de Derecho.
Viendo este panorama, solo nos quedan a los ciudadanos 2 vías para enfrentarnos a este nuevo atropello: la protesta pacífica pero masiva y contundente, que impida la realización del referéndum y en caso, de que esto no sea suficiente, el voto masivo y contundente. Aunque, debemos ser más enérgicos en la lucha por la transparencia del proceso electoral. Sabemos que el Consejo Nacional Electoral no es imparcial, sabemos que el registro electoral está viciado, sabemos que hay miles de cédulas falsas, sabemos que las maquinas de votación pueden ser manipuladas; pero ¿qué más podemos hacer los ciudadanos civiles y sin armas ante un régimen violador de derechos humanos que no dudaría en acabar con nuestras vidas con tal de permanecer eternamente en el poder?
Ya se demostró que se pudo derrotar la propuesta de reforma constitucional el 2 de diciembre de 2007, a pesar de la alta abstención y de la falta de motivación para votar en atención a los indicios de fraude. Ahora, que estamos más organizados, que contamos con mayor motivación, que sabemos que si se puede ganar a pesar de las trampas, que hay consciencia en la necesidad de unirnos todos en aras de un objetivo común como es la preservación de la República y la democracia; con más razón es nuestro deber impedir que esta enmienda se consume. No nos podemos quedar de brazos cruzados. Debemos unirnos todos los factores democráticos aunque tengamos visiones diferentes. Urge buscar puntos de encuentro para que la lucha sea más efectiva, lo que está en juego no es cualquier cosa. Los demócratas no podemos seguir por caminos diferentes, no es aconsejable la división entre los que llaman a la abstención y otros métodos de lucha también democráticos y los que llaman al voto consciente de los obstáculos y trampas del régimen. Debemos buscar las coincidencias y establecer una estrategia de lucha común que puede involucrar en forma subsidiaria o alterna los diversos métodos planteados por los distintos grupos demócratas. El objetivo es común a ambos sectores, entonces debemos hacer común también la estrategia de combate.
Mientras nos queden mecanismos democráticos para luchar, los utilizaremos. Sabemos, que el voto actualmente solo sirve como un muro de contención para las pretensiones desmedidas y antidemocráticas del régimen, sabemos que igualmente el Teniente Coronel y sus secuaces hacen lo que le da la gana y no respetan la voluntad popular, pero es lo que podemos hacer los simples ciudadanos civiles y sin armas, sin arriesgar nuestras vidas. ¿Hasta cuándo pueden durar estos muros de contención? No lo sabemos, es impredecible. ¿Hasta cuándo el régimen mantendrá una careta de aparente democracia eleccionaria? No lo sabemos. Pero mientras existan estas condiciones debemos seguir colocando nuestros bloques del muro de contención.
Cuando las circunstancias cambien, deben ser otros los actores los que tomen la batuta y entonces nosotros los ciudadanos civiles y sin armas los acompañaremos.
Por lo pronto, es importante que el mundo entero conozca lo que sucede en Venezuela, que los organismos internacionales sepan que se pretende acabar con la democracia y con la República. Y que esos entes internacionales tomen las medidas que deben tomar de acuerdo a los tratados, pactos y convenios internacionales.
El Presidente debería ocuparse de enmendar todos los errores de su gobierno en vez de ocuparse de buscar la manera de eternizarse en el poder. Y cuando toda esta pesadilla institucional pase, los venezolanos debemos pensar en una modificación constitucional que nos preserve de otro personaje con iguales ansias de poder y se consagre un período de gobierno de 4 años, con una sola reelección inmediata (si acaso) pero con regulaciones rigurosas para evitar desequilibrios y ventajismos a favor del presidente-candidato; con un sistema de doble vuelta si no se obtiene más del 50% de los votos; y con una cláusula al estilo de la Constitución de Honduras (artículo 239), que establezca una sanción de cese en el ejercicio del cargo y una inhabilitación política por un periodo determinado, para todo aquel que quebrante esta disposición constitucional o proponga su modificación por cualquier vía; y además constituya delito de traición a la patria la infracción a la alternabilidad en el ejercicio de la presidencia de la República, como lo preceptúa el artículo 4 de la Constitución Hondureña.Venezuela no puede convertirse en una Zimbabwe ni en una Bielorrusia ni mucho menos en otra Cuba. Siempre seremos un Estado democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable y pluralista como lo manda el artículo 6 de nuestra Constitución. Por ahora, los ciudadanos tenemos la palabra!!!

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